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Mi primer proyecto por cuenta propia: los inicios de El Cortijo

  • sandranruiz
  • 7 ene
  • 2 Min. de lectura
Proceso creativo

Diseñadoras en pleno proceso creativo. Fuente: Lié Studio


Todo comenzó como un proyecto inesperado, uno que supuso para mí un verdadero punto de inflexión en mi carrera profesional. En ese momento, trabajaba para un estudio que me ilusionaba mucho y no me planteaba ningún cambio. Sin embargo, por una cadena de recomendaciones y, sobre todo, gracias a la confianza de un buen amigo, llegó hasta mí un cliente muy especial, alguien con una visión clara de lo que quería para su hogar: una vivienda con detalles únicos y significativos, donde cada rincón reflejara algo personal y no pasara desapercibido.


Desde el primer encuentro, entendí que este no sería un proyecto cualquiera. Nos reunimos en una conversación cercana e informal, yo escuchaba en silencio todas sus ideas y tomaba notas en mi moleskine. En seguida me di cuenta de que mi misión era capturar su esencia y crear un conjunto de espacios que reflejaran sus ideales y su forma de ver la vida. La experiencia fue tan enriquecedora que me hizo descubrir el valor de un proceso de diseño personalizado, donde la conexión y el diálogo son las piezas clave. Y así, inspirada y llena de entusiasmo, supe que estaba ante una oportunidad para explorar mi propia visión de la arquitectura, un estilo basado en mis valores y en el respeto y cariño por cada cliente.


A medida que avanzábamos en el proyecto, me iba enfrentando a nuevos retos, pues no solo estaba creando una vivienda; también estaba diseñando mi método de trabajo. Cada paso en el proceso constructivo y cada decisión me acercaban más a lo que hoy considero que es la esencia de El Cortijo: crear espacios únicos, llenos de carácter, en sintonía con el entorno y sus habitantes.


El resultado fue una casa que iba más allá de un primer encargo. Era un reflejo del propietario y su familia, de sus gustos, su historia, sus viajes por el mundo… y también, un reflejo de mi propia visión y mis raíces. Cada rincón estaba pensado para aportar un equilibrio entre funcionalidad y belleza, una vivienda que ha llegado a adquirir un gran valor sentimental. Y así, sin esperarlo ni buscarlo, con un cliente que terminó siendo amigo, se abrió un nuevo camino para mi.


Este primer proyecto no solo me animó a emprender, sino que me enseñó el valor de ser auténtico y meticuloso en el diseño, de la escucha activa y del trabajo cercano con cada persona. Me brindó la oportunidad de demostrar que, con pasión, compromiso, cariño y un enfoque personalizado, cada proyecto puede convertirse en una obra muy especial.


 
 
 

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